Esta semana asistí al funeral de una amiga y como es normal me emocioné mucho, más de lo que me yo me hubiese imaginado. Vi a una familia destrozada por el dolor pero unida en la desgracia, todos haciendo piña. Durante la misa me hizo pensar mucho en mi familia. De repente me entraron ganas de llamarlos a todos y decirles cuanto los quería. Una vez más me dí cuenta de que en esta vida lo que vale es el amor que nos tenemos, el afecto que podamos dar y recibir; una vez más me di cuenta de que nos vamos con lo puesto, todo lo material, por lo que tanto luchamos y nos peleamos en la vida, se queda aquí en la tierra para uso de otras personas.
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