La idea central es, en definitiva, integrarse en la sociedad que queremos descubrir en lugar de mirarla como quien contempla un escaparate. Un ejemplo claro es la comida: es habitual que los turistas terminen almorzando en las franquicias de comida rápida o en restaurantes de comida internacional en vez de buscar tascas en los que probar los sabores más ancestrales de la tierra.
En cuanto al alojamiento, en medios rurales la opción más agradable es la casa rural: enclavada en un entorno bello, el huésped disfruta de su cuidada decoración, de un desayuno casero, y de una atención amable por parte de los dueños y del resto de personas alojadas en él. En destinos turísticos, los complejos hoteleros son el colmo del ostracismo. El turista pasa todo el día en sus instalaciones de corte occidental sin tener el más mínimo contacto con la realidad social del país, su arquitectura, su modo de vivir la noche, de comer, de comunicarse... Puntacana, en la República Dominicana, lugar que muchos llaman la cárcel de oro, es el claro ejemplo de cómo viajar a un país sin conocer absolutamente nada de él. A falta de hoteles rurales, es mejor decantarse por pensiones pequeñas en las que el trato sea familiar.
Otros dos vicios característicos de los turistas que critica el slow travelson la fijación por la cámara de fotos y la guía turística. La realidad no es la misma a través del objetivo que mirándola a la cara. Aunque es agradable recordar en papel o en la pantalla del ordenador los momentos más especiales, una fotografía es incapaz de transmitir tanto como la realidad y el hecho de tomarla distrae. Además, una fotografía de un edificio con el tiempo nos dirá lo mismo que cualquier postal. Por tanto, es más acertado olvidarse de ella y rescatarla sólo para inmortalizar momentos, gestos o actitudes inolvidables de las personas. La guía debe ser una pequeña ayuda, no un salvavidas. Su utilidad es que no nos perdamos pero el slow travel se pregunta: ¿y por qué no hacerlo? Animarse a dejar a un lado el mapa, callejear guiándose sólo por impulsos o por consejos de las personas autóctonas es probablemente la mejor manera de conocer el lugar de destino.
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