Hoy por la mañana me he levantado como cada día temprano, he estudiado un poco y me he ido a hacer jogging un rato. La zona donde vivo está rodeada de olivares muy viejos y actual coto de caza, y mientras corría iba viendo amanecer, una estampa inolvidable. Mientras pasaba por un grupo de eucaliptos, el viento los hacía moverse y el sonido era como de lluvia. Los pájaros no dejaban de cantar dando los buenos días mientras revoloteaban en las alturas, por mi cabeza. Todo era como cada día, pero sin embargo supe ver la belleza de una manera especial.
A veces la rutina no nos deja ver las maravillas que Dios ha puesto a nuestro alrededor. Como están ahí, son gratis, y además, nos hemos acostumbrado a verlas, no les prestamos atención.
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