Muchas veces estamos ensimismados en el vivir de cada día que a veces nos molestan ciertas cosas a las cuales damos mucha importancia.
Se trate de una boda, de una reunión familiar o de la escuela, siempre asistes por alguna extraña razón, pero al principio te sientes enojado. Estás enojado por el hecho de que tenga que ser
ahora. Estás enojado porque los demás
no te comprenden mejor. Estás enojado porque
te presionan a ir, ya que están seguros de que sabes lo heridos que se sentiran si no fueses. Estás tan enfadado que no puedes imaginarte disfrutando de esta situación.
Lo más extraño es que una vez que llegas alli, a medida que va pasando el tiempo,
comienzas a disfrutar. Te ríes, compartes algunas historias, pruebas una comida nueva, o hablas con alguien con quien nunca habías hablado. Hacia el final de la velada
estás realmente contento de haber ido, incluso esperas hacer cosas como esta con más frecuencia.
Poco tiempo después vuelves a caer en el mismo modelo de funcionamiento y en los mismos esquemas de pensamiento. Otra vez te irritas ante la sola idea de interrumpir tus actividades.
Te das cuenta de que tu vida no tiene
equilibrio pero no puedes detenerte.
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