Hoy estuve en el museo de bellas artes de Sevilla. Pude visitar las salas una a una tranquilamente, sin prisas, fijándome en cada detalle de las pinturas allí expuestas. Me llamaron mucho la atención las de El Greco y Murillo. La sala donde se encontraban las pinturas de Murillo era la antigua iglesia del convento, ya que el museo era el antiguo convento de la Merced, y contemplar el techo de esa iglesia ya mereció la pena haber ido. Los patios del convento son una preciosidad, con fuentes con peces de colores y plantas; si cerrabas los ojos te podías imaginar a las monjas paseando por esos pasillos.
El hablar de esta visita al museo-por cierto gratuita para los europeos- es por el espíritu tan bueno que me dejó. El contemplar las pinturas, el pasear por el museo, el apartar por un momento el ajetreo de la vida, da paz a tu alma, te hace tener renovadas ideas y sirven de inspiración. Por lo tanto cuando puedas visita un museo, aunque sea el de tu ciudad, despacito, y volviendo a vivir, aunque sea por un ratito, lo que sintió el pintor al ejecutar su obra.
Os dejo con un link de la capilla Sixtina para que disfrutéis de los frescos que pintó Miguel Angel.
Capilla Sixtina
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